Massimiliano Allegri nació en Livorno, un 11 de agosto de 1967. Antes de ser entrenador, el italiano pasó su carrera futbolística sin pena ni gloria por clubes tan variopintos como el Pisa (con quien debutó en Serie A, precisamente frente al A.C. Milan), Pescara (sus mejores años), Cagliari, Perugia, Padova o Napoli hasta su retirada en el Aglianese de la Serie D. Más de 370 partidos en los que anotó poco más de 50 tantos.
Su trayectoria como técnico comenzó en el propio Aglianese, pasando año a año por el el SPAL 1907, Grosseto y Sassuolo hasta llegar al Cagliari. Era su debut en un banquillo de la Serie A y probablemente su mayor logro. Los malos inicios de temporada, en las dos que estuvo allí, fueron corregidos con grandes rachas que le convertían en un entrenador a tener en cuenta. Tanto que en el 2010 fue galadornado con el "Banquillo de Oro" por sus 'colegas' de la A y la B, por su gran temporada 2008/2009, donde hizo soñar a su equipo con cotas altas.
En junio de 2010, Allegri firma con el A.C. Milan. El entrenador pronto imprimiría un estilo que conviene analizar punto a punto. El club seguía reforzándose con jugadores de dudosa calidad, que en ningún momento de su infancia podían soñar con vestir una camiseta de leyenda. Todos o casi todos encajaban con la idea del entrenador, con cuatro defensas férreos de nula ofensividad; un rombo en el centro del campo de fuerza, potencia, donde la falta de ritmo es considerada como una virtud; dos delanteros en los que recae toda la suerte del gol. Un nombre propio, Zlatan Ibrahimovic, resaltando por encima de todos, como arquitecto de la nada.
El entrenador consiguió el Scudetto, aunque el juego rossoneri no enamoraba absolutamente a nadie. La sensación seguía siendo la de un A.C. Milan que necesitaba un cambio generacional obligatorio y que se alzaba con el campeonato por inercia ante los deméritos de sus rivales. Nesta, Ambrosini, Gattuso, Inzaghi o Seedorf son santo y seña del club, pero el relevo generacional adolece de cualquier tipo de solidez. Los Antonini, Mesbah, Abate, Mexes, Bonera o mejor considerados como Aquilani y Emmanuelson no son dignos de pisar San Siro como locales. Unos por carácter y otros por su flagrante falta de calidad. Algunos, por las dos.
Pero el máximo responsable de que el A.C. Milan, siete veces campeón de Europa, se haya convertido en un equipo anodino y aburrido sólo es uno: Allegri el Triste. Sólo él cree necesario formar un bloque de hormigón, al que a la mínima adversidad le salen grietas. ¿En qué cabeza entraba hace unos años salir de San Siro o el Camp Nou hablando de dignidad tras una eliminación? ¿Hay que recordar que sólo Seedorf posee las mismas Champions que el F.C. Barcelona? Es evidente que ahora los blaugranas son más, mucho más, porque han implantado un estilo futbolístico alegre que no abandonan ni cuando les sobrepasa la marea. Sus números hablan, con cinco semifinales en las últimas cinco ediciones de la UCL.
¿Qué futuro le puede esperar a un Milan con este hombre en el banquillo? Se puede seguir hablando de fichar jugadores, pero la sensación es que se sigue sin aprender de los errores. No hace mucho que los rossoneri dominaban Europa con Kaka y Shevchenko con un fútbol que en nada se parece a lo visto ahora. Con rabia, fuerza y amor propio no se ganan Champions, aunque pueda servir para un segundo Scudetto consecutivo. Lo peor para el A.C. Milan es que, si Allegri no es sustituido pronto por un DT estilo Montella o Luis Enrique, la Juventus le sobrepasará con Conte como en Europa ha hecho ya el Barça de Guardiola. ¿De verdad se puede esperar algo de un hombre que ve en Emanuelson un buen trequartista?
Es un día en el que duele escribir algo así, pero en el que la pena aumenta cuando se echa un pequeño vistazo atrás y recuerda tiempos mejores. Porque nadie se hubiera atrevido a calificar como 'digna' una derrota del Milan de Sacchi. Con el crecimiento paulatino del nivel del fútbol en el Calcio, sólo pido a los responsables que no abandonen a un histórico del Europa en manos de un entrenador triste, bucólico, que apuesta por un fútbol depresivo. No dejen morir a la escuadra que todos conocimos, respetamos y temimos con la presencia de un técnico menor.
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